En la década de los ochenta, una mujer inglesa se reveló por medio de la fotografía, a sí misma y en contra de la dictadura médica y de la sociedad de los cuerpos estereotipados. Jo Spence (1934 – 1992) a partir de su diagnóstico de cáncer en 1982, se apropió del hospital como espacio de trabajo para hablar del paciente (ella), de sus sentimientos, sus derechos, su cuerpo y su nueva identidad: “Sentía que me habían atacado y marcado de una manera que me apartaba de la experiencia de los demás […] La etiqueta de la enfermedad era equivalente a una maldición”(Spence,2005: 262) . Pronto comenzarían sus tratamientos para combatir la enfermedad, y su cuerpo sufriría las primeras transformaciones que junto al ambiente y material médico, se covertirían en la base de su discurso
Inmediatamente Jo, comenzó a pensar en cómo podía convertir su enfermedad en algo útil; su cuerpo y el abuso de él se transformaron en una valiosa y dolorosa materia prima con la que trabajar sobre lo cotidiano(…) Spence trabajó mucho acerca de la postura dictatorial de los médicos, que tomaban en cierto sentido el control sobre el cuerpo de los “infantilizados” pacientes y su tratamiento. (…) Su proceso creativo comenzaba preguntándose acerca de qué es lo que sentía (dolor, rabia, desesperación…) y partiendo de ahí es donde la escenificación de las fotografías de estudio comenzaban a generar nuevas imágenes que las usaba no por parecer ser una heroína ni por el contrario una víctima, sino para trabajar sobre la seguridad en sí misma. De alguna forma, revelar y mostrar(se) es un acto catártico, en su caso, una fototerapia que libera la ansiedad que genera la represión, dejando atrás la vergüenza o el sentimiento de no estar a la altura de las propias expectativas.
Jo Spence no trató de ser una heroína, sino una mujer en proceso de lucha, una participante activa de la vida, dejando atrás el sentimiento de victimismo por el cual inevitablemente pasó: “Ya no me siento el objeto de mi propio deseo” (Spence, 2005: 55). Esto supuso un doloroso proceso en el cual analizó sus sentimientos y desafió a la fealdad. Aunque consciente, notándose en afirmaciones como “ya no tengo un pecho voluptuoso. Debo vivir con mis cicatrices” (Spence, 2005: 262), comenzó su camino de redignificación de su cuerpo a partir de la revelación por medio de la fotografía. La experiencia de su cuerpo pasa a ser así una ventaja; superado el miedo, la tristeza y la vergüenza; pudo utilizarlo sin restricciones para contar su historia, siendo sujeto protagonista, tomando el control sobre su propia imagen. (Mar Gascó, El cuerpo oculto. Metamorfosis sobrevenidas (2013)
Investigador / Investigadora: Mar Gascó
Fuente: Archivo Arte (Y) Enfermedades